Esta es una prueba donde sufrí un accidente el día martes 2 de Julio de 1985, a las 23 horas y que con el correr de los años se transformó en un mito.

Todo empezó el año 1980 en que decidí realizar la prueba del escape del tarro de leche, cosa que realicé en el programa La Gran Tarde del Sábado en canal 11, animado por René Calderón. Todo salió con éxito.

El año 83 me piden hacerlo de nuevo en una sección del Japening con Ja, que por esos días también se transmitía por canal 11. Nunca tuve problemas graves en estos escapes; sin embargo, el año 85 en que me encontraba realizando varios programas en el canal 7, pensamos en realizar esta prueba en el Festival de la Una.
"En un momento estaba todo acalambrado y pensé que iba a morir pero nosé de adonde saqué fuerzas para aguantar ese tiempo"

Gerardo Parra

Me tocó grabar mi parte alrededor de las 11 de la noche. Al intentar realizar el escape no pude hacerlo debido a que (según supe después) uno de los voluntarios que debía poner los candados se puso nervioso y no cerró uno de ellos. Por lo tanto yo trataba de abrir algo que estaba abierto ya. Después de estar 2 minutos 10 bajo el agua y encerrado me sacaron rompiendo el tarro. Perdí, por un instante, el conocimiento y me llevaron a la Clínica Santa María donde me recuperé, gracias a Dios.

El programa no salió en directo, como muchos han dicho, sin embargo, decidí intentarlo de nuevo a la semana siguiente. Por decisión personal mostramos el video del accidente para darle emoción al momento en que iba a repetir la prueba, la cual realizamos sin problemas esta vez.

Al correr de los años, por olvido y por distorsión de varios periodistas, que sin informarse hablaban de lo que había pasado, la gente empezó a creer que efectivamente nunca había logrado esta prueba y que el accidente había sido transmitido en directo, lo cual, según ya relate, no es cierto. Pasaron más años y todo paso a ser un mito del que se valían en muchos programas de distintos canales, para llenar espacio. La mayoría de las veces sin siquiera darse el trabajo de consultar conmigo los hechos.

El año 95 y el 98 me ofrecieron en distintas situaciones una interesante suma de dinero por enfrentar de nuevo la prueba, pero debido a la angustia que provocaba en mi familia y, por que no decirlo, el nerviosismo que me provocaba el recordar lo que había pasado, rechacé ambas ofertas. Además, estaba en un excelente momento profesional por lo cual no consideraba necesario arriesgarme nuevamente. Sin embargo, cada vez habían más programas de televisión donde hablaban del asunto y con muchas distorsiones, lo cual me amargaba bastante.
Entonces el año 2002 varias personas me sugirieron que lo repitiera para acabar con el mito y con los que lo explotaban. Pasaron varios meses en los que medité los pro y los contra de hacerlo, sin lograr decidirlo, hasta que en Septiembre del año 2003 y por esas cosas de la vida me llamaron el mismo día del programa Ciudad Gótica de canal 7 y del programa Morandé con Compañía de Megavisión. Esta coincidencia unido a todo lo que ya conté, y a pesar de que la oferta económica era menor a las que tuve en los años 95 y 98, me decidí a intentar nuevamente el escape.

Por ética decidí realizarlo con los que primero me llamaron, es decir, Ciudad Gótica. Me preparé casi un mes con mucho nervio pero decidido y sin contarle a nadie, hasta que llegó el Domingo 12 de Octubre en un programa que giró completamente alrededor mío y en donde aparte de otras pruebas logré realizar con éxito, gracias a Dios, y en directo con gran rating (mas de 32 puntos) el famoso escape del “Tarro de Leche”, espero que ahora el mito sea sólo una anécdota.

Epílogo



Ahora voy a contar lo que me ocurrió mientras estaba dentro del tarro.

El primer candado se abrió sin problemas. Cuando traté de abrir el segundo no sentí el clic (porque ya estaba abierto) y puesto que yo estaba aguantando la respiración me puse muy nervioso y pensé que todo el sistema se había trancado.
La primera reacción de mi cuerpo fue la de irme a negro, o sea de perder la conciencia, eso me hizo tragar agua, este reflejo prácticamente involuntario me reanimó y, siendo yo una persona de fe, me encomendé a Dios.

Me acordé de mi madre, quien me había visto con el tarro y me había pedido que por favor no hiciera la prueba, me sentí culpable de morir en ese tipo de situación, entonces asocié el tragado de agua involuntario con una anécdota que había leído sobre Houdini y se me ocurrió empezar a torcer mi cabeza para poner la boca lo más pegada a la tapa posible.

Esto me produjo calambres en el cuello y la espalda, lo cual era muy doloroso, pero no me importaba porque el instinto de sobrevivencia era mas fuerte, y empecé a tragar agua, agua, agua de manera de bajar el nivel al mismo tiempo que golpeaba el tarro tratando de dar la seña convenida en caso de problemas. Me rompí las manos de tanto golpear, pero nadie escuchó debido a la música. Yo sí podía escuchar a Enrique Maluenda como daba la cuenta. En el momento en que Enrique dice “va un minuto 30” yo apenas podía contener el aire que me quedaba y al no poder contenerlo más exhalé y, gracias a Dios, en ese momento encontré el huequito de aire que necesitaba, tenía la mitad de la boca bajo el agua y la otra mitad afuera. Esa posición forzada era la que me permitía absorber un poco de aire, hasta que escuché que alguien gritaba afuera, con una voz desgarradora, “sáquenlo” y todo se enmudeció. Empecé a sentir golpes al lado de mi oído izquierdo, que después supe eran de un hacha, y sentí gente que movía el tarro y que con desesperación trataban de abrirlo.

Las personas que yo había dejado afuera con un hacha en caso de emergencia trataron de romper la tapa del tarro, poniendo en peligro mi cabeza, en lugar de romper el tarro por abajo para evacuar el agua. Me sacaron a los 2 minutos 10 de adentro, estaba agotadísimo, pero vi al público realmente preocupado y tenso, me sentí muy culpable por la situación por lo que dije algo gracioso que no recuerdo, la gente se río y se relajó y en ese instante perdí el conocimiento. Todo este episodio me provocó una hemorragia interna que me duró un año y una sordera en el oído izquierdo debido al hachazo de varios días.

Gracias a Dios estoy vivo para contarlo.